Opinión
Artículos de opinión firmados por los investigadores del Instituto BIOMA y de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra.
29/07/2024
Publicado en
The Conversation España
Enrique Baquero |
Investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente (BIOMA) y profesor de la Facultad de Ciencias, Universidad de Navarra
Generalmente utilizamos el término biodiversidad para referirnos a la riqueza de los organismos que habitan en los ecosistemas silvestres, como selvas o arrecifes. Sin embargo, las edificaciones humanas también son ecosistemas, artificiales y acomodados por el ser humano, pero ecosistemas igualmente, que también pueden ser habitados por algunos animales.
Refugio, temperatura, alimento y humedad
A las especies que aparecen en las ciudades aprovechándose de las condiciones creadas por el hombre se las denomina sinántropas y a las que acaban viviendo en las ciudades, especies urbanas o sinurbanas. Las condiciones propicias en interiores para ciertos animales tienen que ver con tres parámetros: refugio, temperatura y alimento.
Más allá de nuestras mascotas, son pocos los animales que vemos fácilmente y muchos los que realmente habitan dentro de nuestras casas. Dicho de otra forma, esto significa que no hay demasiada interacción entre ellos y el ser humano: la mayoría se aprovecha de las condiciones que les brindamos sin que nos demos cuenta. En muchos casos, nuestras casas son un último refugio para ellos porque en el exterior no serían capaces de sobrevivir.
Hay un cuarto parámetro que suele explicar la presencia de algunos grupos solo en determinadas zonas de las viviendas: la humedad. Encontraremos animales en cuartos de baño húmedos por el uso de las bañeras o las duchas que no estarán en otros lugares de la casa.
La distribución sesgada de los animales en los distintos locales depende de la presencia o no de alimento, importante a la hora de explicar situaciones que llamamos “plagas” y de reconocer su identidad hasta nivel de especie.
Muchos de estos animales son diminutos, por eso no nos damos cuenta de que viven junto a nosotros. Ellos son los protagonistas de este artículo.
Los ácaros
Son como pequeñas arañas que podemos encontrar aprovechando la materia orgánica que dejamos en los rincones, también en nuestras camas; es la razón de la presencia de los “ácaros del polvo”, que solo son molestos para las personas alérgicas a sus pelos.
Las arañas
Presentes en los rincones (sobre todo los elevados), pueden servir como trampas naturales para otros animales más molestos que ellas, como los mosquitos. Es uno de los grupos más importantes en las casas y, junto a las hormigas, coleópteros y moscas, suponen un 73 % de los “encuentros” en un hogar típico.
Las cochinillas de la humedad
Son crustáceos, y respiran mediante branquias. Por eso solo están presentes en lugares muy húmedos, pues necesitan obtener el oxígeno del aire húmedo.
Los colémbolos
Son poco conocidos y, sin embargo, son abundantes en el suelo y en la tierra de nuestras macetas, ya que están muy relacionados con los hongos que crecen en cualquier lugar con permanente humedad alta.
Los pececillos de plata
Emparentados con los colémbolos, los pececillos de plata se alimentan de la materia orgánica que queda en los rincones, sobre todo en los cuartos de baño donde se da la humedad que necesitan para desarrollar su ciclo de vida.
Insectos
Hay distintos grupos de insectos que podemos encontrar en las casas por distintas razones. Los grillos entran desde los jardines buscando refugio.
Las esquivas cucarachas son de los pocos grupos peligrosos por su capacidad de hacernos llegar patógenos al moverse entre los productos alimentarios y los sistemas de alcantarillado llenos de microorganismos poco deseables.
Las termitas –actualmente consideradas cucarachas sociales– pueden ser un grave problema en estructuras de madera.
Las cochinillas y los pulgones son hemípteros que pueden alimentarse de nuestras plantas de interior, muchas veces plantas tropicales dentro de viviendas situadas en lugares que no lo son.
Los chinches de la cama se alimentan de sangre, por lo que pueden transmitirnos enfermedades graves. Y además podemos encontrar chinches “vegetarianos” que solo están en las casas en invierno huyendo de las bajas temperaturas del exterior.
Los piojos también se alimentan de sangre royendo en el cuero cabelludo, sobre todo de los niños.
Los psocópteros, o piojos de los libros, están relacionados con los hongos que pueden estar creciendo en bibliotecas húmedas.
Hay polillas que se alimentan de lana, y por lo tanto estropean nuestra ropa, y también hay otras capaces de alimentarse de frutos secos o productos harinosos (nunca hay “polillas” en la madera).
Hay larvas de pequeñas moscas alimentándose en el sustrato de nuestras macetas, y otras están presentes en la fruta cuando madura demasiado, como la mosca mediterránea o la mosca del vinagre.
La cosmopolita mosca común es una frecuente visitante del exterior buscando temperaturas agradables y refugio.
Las hormigas deambulan por las casas en busca de alimento en las despensas, pero siempre hacen su nido en el exterior.
Por último, los escarabajos incluyen especies que pueden estar sobre nuestros alimentos, y también sobre los materiales de construcción, como pasa en el caso de la carcoma.
La biodiversidad y el ser humano
Ni siquiera una extrema limpieza impide totalmente la presencia de estos habitantes, pero no pasa nada: en la mayoría de los casos no suponen ningún peligro y eliminarlos con productos químicos tóxicos es poco recomendable.
Hay especies, que podemos considerar cosmopolitas, que pueden vivir en los hogares de diferentes lugares del mundo, pero otras prefieren cierto tipo de clima. La llegada de algunas especies a otros países se ha acelerado en los últimos años debido a la mayor movilidad de las personas, tanto en número como en la frecuencia de los desplazamientos. Algunas pueden llegar a convertirse en especies invasoras como es el caso de la termita Cryptotermes brevis, originaria de América del Sur.
La presencia de una gran variedad de seres vivos, incluso en el entorno urbano, es una buena noticia. Y la presencia de animales en nuestras casas es un buen recordatorio sobre de dónde venimos: la naturaleza.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.